Todos nos sentimos alguna vez abrumados, desbordados, agotados.
En las últimas semanas mi cuerpo llegó al límite de sus fuerzas. Enlacé gastrointeritis, con anginas, con un nuevo proceso gripal y de nuevo gastrointeritis.
Todo este proceso de enfermedad me ha servido para darme cuenta de muchas cosas...
A veces es necesario parar. Parar a escuchar al cuerpo. Parar a escuchar nuestra propia voz.
¿Quién soy?
¿Qué quiero?
¿Por qué me molesta lo que me molesta?
Parar como la mariposa dentro de la crisálida para poder crecer.
En este parón tan necesario, he aprovechado para descansar, conectar conmigo misma y hacer formación, ejercicio físico, meditación... ¡Y volver a escribir!
Dentro de la formación que he recibido, anoche realicé un taller sobre Personas de Alta Sensibilidad.
Lo he realizado de la mano de Noelia Rodriguez, formadora de Pedagogía Blanca, asesora de crianza y lactancia. (Podéis descubrir más sobre ella aquí)
Y es que la maternidad me abrió a la vida... Siempre agradeceré a mi hija que me haya descubierto quién soy yo, qué quiero para mi vida y la suya, y me siga enseñando la importancia de encontrar el equilibrio entre respetar sus necesidades y las mías propias.
¿Alguna vez te has sentido "rara", "diferente", "fuera de lugar"?
Yo sí. Es una sensación muy desagradable. Sentir que no pertenezco, que no "encajo".
La necesidad de pertenencia es una necesidad básica de nuestro cerebro. Sentirnos queridos.
Como maestra siempre he cuidado muchísimo este aspecto. Un niño que no se siente querido, no puede aprender.
Por eso, siempre insisto que por encima de saber muchas Mates o mucho Inglés, lo fundamental es que ayudemos a nuestros alumnos (y a nuestros hijos) a ser autónomos, responsables. Que sean respetuosos, amables y ayuden a los demás.
Últimamente añadiría que antes de nada debemos enseñarles a conocerse y respetarse a sí mismos.
¿Cómo enseñar el respeto a uno mismo y a los demás?
A través del ejemplo.
Lo maravilloso de ser maestra y mamá es que mis alumnos y mi hija me enseñan cada día la importancia de poner límites, de hacerme cargo de mis emociones, de ser honesta y pedir lo que quiero siempre desde el cariño, pues es lo mismo que yo necesito: que sean honestos y me pidan lo que quieren con cariño.
Me impulsan a buscar siempre la mejor versión de mí misma. Asertiva. Serena. Llena de energía para mí y para ellos.
Volviendo al tema que nos ocupa...
¿Cómo es una persona con Alta Sensibilidad?
1. Las PAS somos personas con una percepción sensorial aguda. Esto quiere decir que a través de nuestros sentidos recibimos cantidad de información a todos los niveles: visual, auditivo, de olores...
Desde muy pequeña he tenido una sensibilidad especial para la música y los sonidos.
Me molestaban los ruidos fuertes, el bullicio...
Me emocionaba mucho con las canciones y podía pasar horas escuchando música y perdiéndome en los matices de los arreglos musicales, las melodías, las letras...
De igual forma, siempre he tenido un sentido del olfato muy desarrollado.
Los olores fuertes me dan dolor de cabeza.
Incluso, en mi primer año de funcionaria, sufrí migrañas, en las que los olores eran determinantes.
También tengo la piel muy sensible e irritable. Me quemo con facilidad y enseguida me salen marcas, arañazos, rojeces o moratones.
A nivel visual, me fijo mucho en los detalles. Me gustan mucho las manualidades y el dibujo desde que era niña.
Siempre me fijo en cómo va vestida la gente, su pelo, su maquillaje...
Me doy cuenta rápidamente si alguien cambia algo de sitio o si está embarazada, por poner un ejemplo.
Como podéis imaginar, esto en ocasiones satura.
Por eso el silencio, el contacto con la naturaleza y "gente bonita" es tan importante para mí.
Así mismo, los momentos de descanso, de relax, de dispersión, de "no hacer nada", también me dan la vida para poder soltar todo lo que no me hace bien; bajar el ritmo y volver a sentir mi cuerpo. Estar centrada en lo que verdaderamente me importa: mi familia, mi salud, el cariño de gente querida, la risa, la creatividad, compartir lo que sé y siento.
2. Las PAS tenemos una intensidad emocional por encima de la media. Es decir, vivimos todas las emociones a lo grande.
Por eso, cuando estamos viviendo un momento bonito o agradable, somos capaces de disfrutar y sentir una plenitud que nos hace inmensamente felices.
Sin embargo, por contra, "hacemos un mundo" cuando algo nos preocupa, cuando alguien nos da un disgusto, cuando nos hablan mal o tienen un gesto irrespetuoso para con nosotros.
Es muy habitual que nos tilden de "exagerados" o "susceptibles".
"¡No se te puede decir nada!" - me han dicho muchas veces.
Entiendo que es difícil de entender para las personas que no son como yo, pero lo cierto es que las formas me importan Y MUCHO.
Eso no quiere decir que no admita peticiones, críticas o sugerencias, simplemente que necesito que me hablen con cariño, en un tono tranquilo y sin ataques personales.
Tampoco quiere decir que yo sea "buena" y las otras personas sean "malas". Simplemente somos diferentes. Todos tenemos cosas que aportar y aprender. ¡Para eso estamos aquí!
3. Relacionado con lo anterior, las personas de Alta Sensibilidad tenemos un alto nivel de empatía.
Según las propias palabras de Noelia, "nos resulta imposible no conectar".
Según llego al cole cada día, me resulta inevitable observar en qué estado emocional se encuentran mis compañeros y mis alumnos.
Sólo con una mirada, ya percibo si alguien está enfadado o triste.
Observo constantemente a mi hija. Aprendo a acompañarla en su intensidad (porque ella también lo vive todo a lo grande).
Me duele cuando veo que otra persona lo está pasando mal. Cuando veo que un niño llora o no le respetan. Una parte de mí quisiera abrazarlos siempre y decirles "Te entiendo. Tienes derecho a ser como eres."
A veces me entran "ataques de amor". Y no puedo evitar abrazar a alguien o darle un beso, porque me emociono al ver qué bonita es esa persona o qué mágico es ver su vulnerabilidad, que le hace humana y digna de amor infinito.
Protegerme es uno de mis grandes retos. Saber poner límites para que no me afecte cómo se encuentran los demás.
No se trata de ser otra persona. De renunciar a mi esencia. Sino de saber:
- Cuándo es el momento de una retirada.
- Expresar lo que quiero, lo que me gusta y lo que no.
- No sobrepasar mis límites.
- Poner orden en mi entorno y darme tiempos para ordenar también mis ideas.
- Permitirme sentir lo que siento sin apegarme demasiado.
- Expresar lo que quiero, lo que me gusta y lo que no.
- No sobrepasar mis límites.
- Poner orden en mi entorno y darme tiempos para ordenar también mis ideas.
- Permitirme sentir lo que siento sin apegarme demasiado.
- Respetar que los demás no sean como yo, ni se den cuenta de las cosas que yo sí me doy.
- Buscar ayuda en las personas adecuadas.
- Intentar ayudar sólo al que esté abierto y dispuesto a escuchar y hacer lo necesario para crecer. (Esto es extensible para las familias con las que trabajo, mi pareja, mis familiares, amistades o compañeros de profesión.)
4. Las personas altamente sensibles tenemos un mundo interior profundo y complejo.
Constantemente estamos cuestionándolo todo.
¿Por qué los demás actúan como lo hacen?
¿Qué le pasa a la gente? ¿Qué le ha llevado a ser como es?
¿Cómo funciona la mente? ¿Cómo funcionan las emociones?
¿Cómo aprendemos?
Al dedicarme a la educación, me cuestiono constantemente sobre la metodología, la forma de enseñar y tratar a los niños.
¿Cómo mejorar el sistema?
¿Cuál es la mejor forma de enseñar a leer y escribir?
¿Cómo puedo hacerlo mejor como profe bilingüe para que los niños no tengan lagunas?
Y por supuesto, a nivel personal...
¿Cuál es mi lugar?
¿Cuál es mi misión?
Dentro de ese mundo me pierdo. Pierdo la noción del tiempo investigando sobre los temas que me interesan. Leyendo y escribiendo.
Últimamente se me ha abierto un nuevo mundo. Todo lo relacionado con los mensajes del cuerpo.
Hago conexiones entre lo que sé, lo que he vivido, lo que siento.
Voy constantemente hacia atrás repasando mis vivencias desde niña y buscando también en mi historia familiar los porqués.
En este punto, lejos de pensar que "tengo mala suerte", agradezco cada persona que llega a mi vida por todo lo que me aporta. Agradezco que la gente me haga de espejo.
He descubierto que todos nosotros somos como un gran iceberg, tal y como me contó mi profe de meditación, Elisa. (Si vivís en Colmenar Viejo, sois mamás o futuras mamás, os recomiendo que la conozcais. Podéis encontrar más información sobre ella aquí)
Todo lo que está fuera del agua, a la luz, es lo que conocemos de nosotros mismos.
Todo lo que está dentro, oscuro, oculto, en el inconsciente, nuestro o heredado, es lo que los demás nos reflejan y nos remueve, nos altera, nos irrita...
Desde el lugar donde me encuentro ahora, doy gracias a todos aquellos que me enseñan lo que soy. Lo que me gusta y lo que no. Lo que me permito y lo que no.
Gracias a vosotros estoy en el camino de ser más feliz y mejor.
Gracias a mis errores, aprendo. Me caigo y me levanto con más fuerza y sabiduría (no sólo conocimientos).
Yendo más allá...
Si acabas de descubrir que tú también eres PAS o que tu hijo/a o alguno de tus alumnos/as son PAS, esto es lo que te diría tu peque (si pudiera y supiera):
Sé paciente
Valida mis emociones. Permíteme sentir lo que siento (aunque luego necesite ayuda para gestionarlo)
Pon límites y enséñame a ponerlos
Se asertivo y cariñoso
No intentes cambiarme. Acéptame INCONDICIONALMENTE
Valora todo lo bueno que tengo: alegría, creatividad, un amor inmenso para regalar...
Déjame espacio para la introspección. Tiempo para pensar, para desarrollar mi creatividad, para investigar...
Habla mucho conmigo: de cómo funciona el mundo, de cómo te sientes, de cómo me siento yo...
Bríndame herramientas útiles para la vida: comunicación no violenta, habilidades sociales, resiliencia...
Hazme el regalo de actividades de relajación/yoga/meditación/mindfulness
Rodéame de gente bonita
Cuida los detalles: el orden, el exceso de ruido, los horarios...
¡Contágiate de la magia que supone tenerme en tu vida!
Por último, os dejo un vídeo que me emocionó profundamente hace poco y quiero compartir:
P.D.
Gracias Elisa por acompañarme en mi maternidad. Por haberme regalado tanta luz. Por ayudarme a ser mejor y más feliz. Gracias por SER TÚ.
Gracias a todas esas mamás que me han confiado a sus hijos. Que me han abierto su corazón de madre y mujer. Que siguen queriendo aprender y luchan por su felicidad y la de sus hijos/as.
Gracias a todas las mujeres-mamás que me acompañan y me ayudan a seguir creciendo y brillando.
Gracias a todos los profesionales que desde distintas disciplinas me ayudan a estar bien. Serena y sana.
Gracias mamá. Sé que lo hiciste lo mejor que pudiste y supiste. Gracias por lo que me enseñaste y me sigues enseñando. ¡Eres tan bonita que ni tú lo sabes!
Gracias papá por ser también sensible. Diferente a mí pero siempre conectado. Mi ángel de la guarda. Que me acompaña. Que aprende conmigo a abrir su alma. Que me enseña a disfrutar de la vida y a LUCHAR por mis sueños. ¡Qué orgullosa estoy de ti!
Gracias a mis hermanas; mis referentes como madre y mujer.
Gracias también a mi hermano por ser una persona "bombilla" de ole, ole y ole. Que transmite tanta ternura y alegría con su sonrisa. Tu sentido del humor es medicina para mí.
Gracias mi amor por tu paciencia y tu apoyo. Sé que no siempre es fácil.
Gracias Luz, hija mía, por ser mi mejor maestra.