martes, 24 de septiembre de 2013

Autoridad positiva

Hola de nuevo,

En esta ocasión os voy a hablar un poquito sobre cómo marcar los límites a los niños. Un tema muy común entre nuestras conversaciones: de padres y profesores.

Hace varias semanas encontré una hoja con unas pautas para padres que me han servido de reflexión para escribir este post.

Empezamos.


CONCRETAR

Para empezar, debemos plantearnos qué está bien y qué está mal para nosotros.
Qué conductas o respuestas son aceptables y cuáles no.

Es muy importante que tengamos esto claro y que incluso lo dejemos por escrito.

No vale un "pórtate bien". El niño eso no lo entiende. ¿Qué es portarse bien? Hay que definirlo.

En la clase, por ejemplo, yo tengo unas normas en la pared con un dibujo que le acompaña. De esta manera los niños/as pueden verlo y recordarlo todos los días.

Como siempre digo, más vale poco y bien que mucho y mal. Por eso, es mejor que nos marquemos 5 objetivos muy concretos y que cuando ya los hayamos alcanzado, nos planteemos otros nuevos.

Al tenerlos escritos, también los podemos revisar y concretar más cuando veamos que sea necesario.

Como padres, madres y profesores, debemos compartir las mismas ideas y trabajar juntos para que el niño sepa lo que es admisible y lo que no.

Dentro de la pareja, es muy importante que habléis sobre esto y decidáis qué consecuencia tiene una mala conducta.

¡Ojo! Hay que pensar muy bien en la magnitud de los castigos y los premios.

No vamos a hacer ni la hiper-mega-super fiesta porque se ha comido el pescado, ni vamos a dejarle para-siempre-jamás sin la tablet porque no quiso recoger sus juguetes.

Como consejo, es mucho mejor redactarlas en positivo que en negativo. Por ejemplo, en vez de "no gritar","hablar bajito".

De esta manera, el niño entiende que no es que "no puedo hacer nada" (es decir, un rollo), sino que le damos la alternativa correcta.


TÚ DECIDES

Las normas y lo que pretendes conseguir con tu hijo/a lo decidís tu pareja y tú.

Créetelo y pon el límite bien delimitado. Es misión tuya dejarle esto claro a tu entorno.

Mucho cuidadito con dejar que se metan abuelos, tíos, vecinos y demás.

Cuando el niño/a ve que con cada persona es una cosa, se confunde. Intentará salirse con la suya a toda costa (a veces quizá por las malas, con pataletas, gritos, etc.).

"Si cuela..."


PERMISIVIDAD

Lo primero que debemos decirnos a nosotros mismos y recordar cuando se nos olvide es que educar es muy difícil. Pero como nadie nace sabiendo, ellos y nosotros vamos a aprender a regularnos y a dar lo mejor de nosotros mismos para salir adelante y disfrutar del tiempo que pasamos juntos.

Teniendo esto en cuenta, seremos capaces de perdonarnos nuestros errores.

Todos, ya sea por cansancio, porque hemos tenido un mal día, etc. podemos perder los nervios en algún momento y equivocarnos a la hora de administrar la autoridad al niño.

No pasa nada.

El niño aprende lo que se repite TODOS LOS DÍAS.

Es más, resulta muy positivo hablar con los peques y reconocer nuestros errores. Incluso, cuando sea necesario, aprender a pedir perdón.

Nosotros somos su referente, y por lo tanto, que él sepa y vea que tú también te equivocas, le dará confianza, sabiendo que los errores son un punto de partida para mejorar.

Sin embargo, sí debemos ser conscientes de que lo que habitualmente permitimos, no podemos exigir que el niño deje de hacerlo así ¡zas! "Porque te lo digo yo y punto".

Por ejemplo, si el niño va descalzo por casa y nunca le decimos nada, lo que no podemos pretender es que cuando le gritemos "¡Ponte los zapatos!", lo haga sin rechistar.


CONSISTENCIA

Como os digo, hay que ser constantes y mantenernos firmes en las decisiones que tomemos.

No hace falta llegar al límite de nuestras fuerzas y nuestra paciencia para poner un castigo o regañar.

Es mucho mejor hablar con él/ella. Le diremos CON ANTERIORIDAD las consecuencias que tendrá tanto si hace lo que le hemos pedido como si no.

¡CUIDADO! Lo que hayamos decidido hay que llevarlo hasta el final.

Aunque nos duela y a pesar de que el niño pueda tener una rabieta, nos diga "Mami, por favor. No lo voy a hacer más". No hay vuelta atrás.

Ese dolor es pasajero y el resultado a largo plazo, os garantizo que merece la pena con mucho.

No te dejes chantajear. Si has dicho no, NO CEDAS DESPUÉS.

Por eso, os decía antes que las promesas, tanto para bien como para mal, deben ser realistas y coherentes.

Procura no caer en "los sermones". Ya se lo habías anticipado. No intentes convencerlo. Él/ella ya sabía lo que iba a ocurrir. Cumple tu palabra y ganarás autoridad.

TEN PACIENCIA

Sé que muchas veces os cuesta. A mí también. Nos cansamos de repetir las cosas.

Es por esto que a veces perdemos la paciencia y llegamos a gritar.

Por muy duro que sea escucharlo, cuando llegamos a este punto, el niño ve perfectamente que hemos perdido los estribos. Eso le desconcertará. Incluso, a algunos, les puede llegar a asustar.

Lo malo de los gritos, las amenazas o los castigos constantes, es que el niño "se ceba".

Lo que me vale hoy, mañana no. Y entramos en una espiral de cada vez mayor agresividad por nuestra parte. Agresividad que el niño también está aprendiendo.

¿Qué podemos hacer cuando nos sentimos desbordados? Pedir ayuda. A tu pareja, al tutor/a de tu hijo. Busca apoyo. Te sentirás mejor.

Además, no olvidemos que todo aprendizaje conlleva un tiempo.


NO ES MALO/A

Tu hijo/a está aprendiendo. A unos nos cuesta más que otros. Muchas veces por nuestro carácter innato. Otras veces por lo que nos llevan diciendo desde muy chiquitines. Probablemente una mezcla de ambas cosas.

Ten fe y esperanza en que todo se puede mejorar. ¡Lo conseguiremos!

Tenemos que tener los ojos muy abiertos, para valorar los esfuerzos que hace por mejorar.

Nunca olvides que tu hijo/a te quiere más que nada en este mundo y que lo que más le gusta es hacer las cosas bien y que tú se lo reconozcas.

Tampoco caigamos en querer la perfección absoluta. Los niños son niños. Si los presionamos demasiado nos podríamos encontrar con dos únicas respuestas: rebeldía o sumisión.

Debemos permitir que desarrollen su personalidad desde el respeto a los demás, pero teniendo iniciativa e ideas propias.


CUIDADO CON LO QUE LE DICES

Los niños/as son muy sensibles y empáticos. Ellos/as se dan cuenta perfectamente cuando estás triste, contento/a, enfadado/a... Quizá no saben expresarlo porque aún no saben cómo, pero lo notan.

Debemos tener cuidado con qué les decimos y cómo lo hacemos.

No caigamos en un "ya no te quiero" o un "me voy a ir para no verte más".

Son pequeños y se lo pueden creer.

Además, como decía antes, si luego no lo hacemos, en su cabeza resuenan nuestras palabras, que repetirán a otras personas.

Quizá, si más adelante tú le oyes decir "ya no te quiero", "eres mala", nos duela mucho más.

¿De dónde salió?


DOS ÚLTIMAS CLAVES: AMOR Y SENTIDO COMÚN

Aprovecha siempre que puedas para decirle lo que te gusta de él/ella y cuánto valoras lo que se está esforzando.

Muchas veces no es necesario un camión lleno de juguetes y sin embargo sí lo es que escuche "qué bien estás haciendo esto", "cómo me gusta cuando...", "estoy orgulloso/a de ti", "te quiero", "lo siento", "gracias".

Da ejemplo, con tus palabras y actos.

No podemos decirle "no digas palabrotas", cuando nosotros sí lo hacemos. Por ejemplo.

Si tú lo haces, ¿por qué no lo iba a hacer él/ella también?

Los premios deben ser comedidos y progresivos.

Al final del día y de cada semana, reflexiona y habla con él/ella sobre si está respetando las normas o no. Incluso lleva un registro con pegatinas. Es algo muy visual y claro. Así no se le olvida ni a él/ella ni a ti. (Puede sonar muy "super nanny" pero funciona).

Recuerda: lo que más le gusta es que pases tiempo con él/ella. Y su mejor premio eres tú.

Así que, ¡no te desanimes! ¡Eres una mamá o un papá estupendo! Ya verás como poco a poco iremos viendo los resultados y lo más importante, seremos todos más felices.

¡Un abrazo muy fuerte!

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