Hace tiempo ya que no escribo una entrada y la verdad, no ha sido por falta de temas o ilusión.
Tengo muchas ideas pendientes y ojalá vayan saliendo...
- Periodo de adaptación a la escuela.
- Decoración de aula o de habitaciones infantiles.
- Actividades manipulativas para hacer en clase o en casa.
- Tutoriales e ideas para manualidades.
Como sabéis (y sino, os estáis enterando ahora), estoy esperando con muchísima ilusión la llegada de mi primera hija: Luz.
Estos 7 meses que llevamos juntas, han sido muy intensos.
Algunas personas opinarán que todavía no es "una personita". Que un bebé que todavía está gestándose, no puede considerarse "hijo" o yo "madre" hasta que no nazca.
Algunos, incluso, entienden que los niños hasta que no tienen 4 meses o incluso, más de un año, "no son personas". Los niños/as no se enteran "de nada". Sí. A veces lloran. A veces duermen. Comen. Se manchan... Pero no son personas porque no "interactúan".
Bueno. Esto no es así.
En verdad, los bebés sienten exactamente lo que nosotras sentimos. Las mamás.
Ya desde que son bien chiquitos, experimentan cantidad de sensaciones y emociones.
Claro que no saben aún ponerle palabras o no entienden por qué se sienten como se sienten. Pero SIENTEN.
A medida que van creciendo, ya en la tripita de mamá, se van haciendo notar.
Se mueven. Se estiran. Se comunican.
Están completamente fusionados con nosotras y perciben nuestra alegría, nuestra angustia... Todo lo que nos pasa.
A medida que se van desarrollando sus sentidos y sistema nervioso, van reconociendo nuestra voz. Ya saben que la mano que está transmitiendo su calor es la de mamá y la de papá. ¡Y empiezan a contestar!
Es algo mágico que he experimentado a lo largo de este verano.
A veces, hay una música o una comida que le gusta y me lo hace saber, moviéndose más.
Otras veces, cuando le hablo o le pregunto "gordita, ¿estás bien?", me contesta en forma de patadita.
Esa conexión o "fusión emocional" se inicia en estos momentos pero durará para siempre.
Puede que tu hijo ya no sea un bebé.
Quizá ya ni siquiera sea un niño pequeño.
Pero está conectado contigo.
Tendrá gestos parecidos a los tuyos. Gustos similares (¡o todo lo contrario!). Valores. Manías. Formas de sentir y expresar que son consecuencia de lo que habéis vivido juntos mamá-bebé o bebé-mamá.
Yo, que siempre he sido bastante intuitiva y observadora, ya "sabía" esto.
Sin embargo, saber y SENTIR son cosas muy diferentes...
Como maestra y psicopedagoga, a lo largo de mis años de experiencia, siempre he intentado "conectar" con mis alumnos/as.
Empatizo mucho con los niños/as. Me preocupo por cómo se sienten. Qué me dicen con palabras y gestos. Observo cómo se relacionan y se comportan.
Sufro y río con ellos. Me llenan de amor. ¡Así es!
Por eso he disfrutado y disfruto mucho mi profesión.
Progresivamente, he ido conectando también con las mamás (o papás) con las que me he ido encontrando. Es por eso que, en este momento quiero deciros a todos y cada uno: "GRACIAS".
Gracias en primer lugar por haberos atrevido a vivir la aventura de la maternidad/paternidad.
Por tener niños tan maravillosos. Llenos de matices. De cariño. De alegría. De retos. De aprendizaje.
Gracias también por la confianza que habéis depositado en mí y en la escuela donde hemos vivido juntos tantos momentos.
Gracias por haber estado dispuestos a colaborar. A escuchar. A participar. A aprender con vuestros hijos y conmigo. A seguir creciendo.
Ahora, más que nunca, entiendo tantas cosas...
Os pido perdón a aquellos a quienes os he dicho cosas en un momento dado que no estabais preparados para escuchar o afrontar. Claro que siempre que he detectado algo lo he comunicado con el fin de ayudar. De ponernos a trabajar JUNTOS para que el niño avance y sea fuerte. Feliz.
Pero ahora veo claramente que a veces no queremos o necesitamos escuchar ciertas cosas.
Porque nos duelen.
Porque nos hacen cuestionarnos a nosotros mismos.
Porque remueven nuestros miedos o inseguridades.
Porque esa fusión "mamá-hijo" o "hijo-mamá" nos hace sufrir muchas veces, aunque también nos llena de satisfacción muchas otras.
Porque, la mayoría de las veces, cuando hacemos las cosas de una determinada forma es porque no hemos sabido o podido hacerlo mejor.
Porque como madres, nosotras también "sabemos" o "intuimos" cuando nuestro hijo no está del todo bien o tiene cosas que superar, pero no tenemos las herramientas para ayudarle a crecer.
Las personas. Las maestras. Otras mamás... En general, la sociedad entiende que tiene derecho a opinar sobre nuestro modelo de crianza. Qué está bien o mal.
Entiendo que es difícil.
Tener hijos, en sí mismo, es muy sencillo, ¿no?
Sin embargo, una vez el niño "ya está aquí", hay que vivir el día a día.
Hay que tomar cantidad de decisiones.
A veces, esas decisiones son sencillas:
- Le pongo la camiseta azul o la verde.
- Le doy plátano o manzana para merendar.
- Vamos a la piscina o al parque esta tarde.
Pero hay otras muchas decisiones que no son nada fáciles de tomar.
Muchas de ellas son inconscientes. Están relacionadas con lo que vivimos nosotros de niños/as o incluso, con lo que vivieron nuestros antepasados.
Algunos de vosotros os sorprenderéis al leer esto. Pero es totalmente cierto.
Somos consecuencia de generaciones y generaciones de relaciones.
De emociones. De palabras y actos que quedan marcados en nosotros.
Voy a poner ejemplos para verlo más claro. Ya desde que estás embarazada, mucha gente te dice:
"Cuando nazca, lo que tienes que hacer es..."
- Dejarlo en su cuna con varios chupetes, si son fluorescentes mejor, porque así no te despierta.
- Dormirle con un peluche encima del cuerpo para que "piense" que sigues ahí.
- Pasarle a la otra habitación antes de que empiece a ser "personita", es decir a los 3 o 4 meses.
- Ponerle el chupete.
- Darle el pecho lo justo y necesario. Y sino se lo das ¡tampoco pasa nada!
- No cogerle en brazos.
- Dejarle llorar.
- No acostumbrarle a ti, que luego sufre mucho cuando tengas que incorporarte.
Y luego hay otra gente. Vamos a llamarlos, con cariño, los "progres".
"Lo que tienes que hacer es..."
- Darle el pecho a demanda.
- Dormir con él (o ella) en tu cama.
- No usar chupete.
- No dejarle llorar.
- Dejar que se exprese a través del llanto.
- Cogerte una excedencia o reducción de jornada.
- No llevarle a la "guarde".
- Dejarle con sus abuelos.
Y así, un largo etc.
Algunas de estas personas son madres y otras no.
En cualquier caso, te dicen todo eso porque es lo que ellas han vivido.
Lo que hicieron con ellas sus madres. Lo que piensan que es "mejor".
Puede que algunas de ellas hayan hecho esas cosas aún sintiendo que deberían hacer lo contrario.
He escuchado mamás o compañeras de profesión que me dicen:
"Yo al principio le cogía. Le daba besitos. Le acariciaba. Le dormía en brazos y ERA FELIZ.
Un día, me dijeron:
- Lo vas a malacostumbrar.
- Verás cómo va a sufrir cuando tú no estés.
- Quita. Que te enseño cómo hay que hacerlo.
Y entonces pensé: tiene razón. Gracias por enseñarme".
Cuando oigo estas historias, siento decir que ¡se me ponen los pelos de punta!
¡Qué falta de respeto y empatía!
Tú te estabas guiando por tu instinto y siendo feliz. Tu bebé estaba feliz también.
¿Por qué cambiar?
¡Qué manía de jugar con nuestras emociones! Con nuestras inseguridades y nuestros miedos. ¡Ya está bien de tanta amenaza! Que parece que la gente disfruta más viéndote amargada y estresada que feliz.
No, hombre. ¡No!
Puede que llegue un día en el que te tengas que incorporar a trabajar (y ese día esté cerca). Depende de tus posibilidades o de tu decisión personal, eso será unos meses antes o después.
Puede que tu jornada laboral sea corta o larga. Que no llegues hasta tarde a casa y no te quede otro remedio que dejarlo en una Escuela Infantil, con los abuelos o con alguien que "le cuide".
Pero NO HOY.
Hoy ese bebé aún sigue dentro de ti.
Hoy ese bebé sólo tiene unas semanas o unos meses y todavía "no sabe" que "ha salido al mundo".
Hoy, tú misma vives en esa burbuja de amor y aprendizaje constante.
Tú tienes que vivir por ti misma lo que sientes y quieres. Y ver con tus propios ojos lo que siente y quiere tu bebé. Porque te lo va a decir.
¡Sin duda!
Con su mirada. Con sus gestos relajados. Con su llanto.
Con sus palabras cuando sepa hablar...
Reivindico el ritmo lento. La presencia y la conciencia.
El disfrutar del momento.
El poder descansar. Respirar. Hacer las cosas con calma mientras podamos.
Algunos de vosotros sabréis que yo, inicialmente, siempre quise estudiar medicina. Pediatría.
Es ahora, a raíz del embarazo, cuando estoy retomando algunas de estas inquietudes.
Leo. Investigo. Aprendo.
Hace poco, leyendo un libro de consultas pediátricas, leí una frase que me marcó y venía a decir algo así.
"¿Qué es mejor? ¿Haber sido feliz y echarlo de menos? ¿O no haber sido feliz nunca para así no sentir nada?"
Cada uno que decida la opción que mejor le va.
Personalmente, prefiero vivir intensamente este tiempo con mi bebé. Los dos meses (como máximo) que quedan de "barriguita" y todo lo que venga después.
Al igual que el verano pasado viví intensamente con mi pareja el disfrutar el uno del otro a solas. Los viajes.
Los momentos en los que he pasado horas investigando y viendo cómo sorprender a mis alumnos, para luego hacer mil cosas con ellos dentro del aula.
Para muchas mamás y papás ya están a punto de terminar las vacaciones.
A lo mejor incluso os habéis tenido que incorporar al trabajo y estáis haciendo malabares para gestionar el tiempo que queda antes de que los niños "vuelvan al cole".
Sea como sea, no perdáis la ocasión de disfrutar de lo que queda antes de la vuelta a la rutina.
Pasad tiempo de calidad con vuestros hijos. Jugad. Leed juntos. Aprovechad para ir a todos aquellos sitios que durante el año, con el frío y las prisas, nunca tenéis tiempo.
Dadles los besos y los achuchones que os nazcan u os apetezca darles.
Sed inmensamente felices y no penséis ni anticipéis la angustia del "inicio de curso". Cuando llegue el momento, entre todos, profesionales y familiares, intentaremos que los niños estén lo mejor posible y que se vayan adaptando.
Eso no será cuestión de un día. Ni de unas horas.
Ni de una semana.
Como dice una periodista que escribe sobre maternidad, crianza consciente y respetuosa, que sigo hace poco, Míriam Tirado, "es una carrera de fondo".
Os dejo unos links a páginas que estoy siguiendo y me están gustando mucho:
- http://www.miriamtirado.com/es/
- http://luciamipediatra.com/
- http://www.bebesymas.com/autor/armandobastida
Y también algunos libros:
"Lo mejor de nuestras vidas" - Lucía Galán Bertrand.
"Entre tu pediatra y tú" - Carlos González.
Hola Carolina, completamente de acuerdo contigo en lo que dices, también soy docente como tú, padre de dos hijos (Marta de 15 años y Pablo de 12) y en todo este tiempo he intentado siempre lo mejor con ellos con muchos errores y también aciertos, pero todo con la finalidad de verles felices!!
ResponderEliminarEl tiempo vuela y no me gustaría tener que arrepentirme de lo que no he hecho....en ello estamos mi mujer y yo.
Encantado de conocerte.... Saludos desde Murcia!!
Hola Toni!
EliminarCometer errores es lógico e inevitable. Es más, casi diría que es deseable! Sino, no aprenderíamos nada...
Lo importante es intentar tomar conciencia de ello. Disculparnos cuando sea necesario y sobre todo, actuar siempre desde el cariño y la empatia.
Tú tienes mucha más experiencia que yo! Qué te voy a contar!
Pero como maestra, es lo que siempre he procurado.
Espero que como mamá, en unas semanas, sea capaz de hacerlo igual con nuestra pequeña.
Y claro que no es fácil! El cansancio y nuestra "propia mochila" nos hace descontrolar a veces, pero yo siento que los niños lo entienden y lo perdonan!
Lo demuestran continuamente, no te parece?
La adolescencia, que estáis viviendo ahora con vuestros hijos, es un momento clave. Porque hay momentos en los que ellos mismos parece que no saben lo que quieren. Tienen cambios de humor, se sienten inseguros... A veces te contestan mal!
Hay que armarse de paciencia... Y con bien dices, procurar buscar siempre su felicidad. Validando todos sus sentimientos.
Creo que hacen sentir realmente mal comentarios del tipo "pues no es para tanto".
Quizá se nos olvida cuando nosotros teníamos esa edad. Que lo que alguien nos dijera o nos hiciera sentir, era un mundo!
A veces, sólo con decir:"te entiendo. Estoy contigo para lo que necesites. Te prometo que esto también pasará, aunque sea difícil" reconforta mucho más.
Encantada de conocerte también!! Saludos desde Madrid!