martes, 11 de febrero de 2014

¿Qué encubren los celos?

Hace días leí una entrada en el blog de mi amiga Cristina, una maestra y psicopedagoga fantástica de la que siempre sigo aprendiendo, aunque ya no trabajemos juntas.

Su blog, Dudas de papás, ha nacido desde las inquietudes que tiene ante su reciente maternidad y sus años de experiencia como maestra de Educación Infantil.

El tema de los celos es un tema recurrente en las tutorías y una fuente de preocupación de los padres.

Los niños se sienten frustrados ante la llegada de un hermanito, como reflejaba Cris en el post, pero ese sentimiento se puede mantener en el tiempo.

¿Por qué?

Sienten que ya no les quieren o, al menos, no con la intensidad que necesitan y desean.
Se sienten solos, inseguros o poco valorados.

En parte, todos, en algún momento sentimos que no nos quieren como necesitamos, o tenemos miedo a la soledad. Estos sentimientos debemos aprender a reconocerlos en un primer momento, para después poder gestionarlos y, si se hace desde pequeños, mucho mejor.

Las manifestaciones de los celos varían según la edad, en los más chiquitines suele haber conductas regresivas (como hacerse pis), mientras que en los más mayores aparece más la rebeldía, la agresividad,...

Además, muchas veces aparecen por ambas partes, del mayor hacia el pequeño y del pequeño hacia el mayor, que quiere hacer las mismas cosas y tener los mismos privilegios, principalmente respecto a la atención de los padres, por ser mayor.


Aspectos a tener en cuenta

  • Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que el niño no hace las cosas que hace (véase contestar mal, negarse a hacer sus tareas o colaborar en casa, gritar...) por fastidiarnos. Lo hace porque se siente mal. Esos sentimientos negativos le generan una ansiedad que no sabe gestionar y lo "saca" de esa manera.

  • Lo segundo que debemos pensar es que, normalmente, todo llega y todo pasa. Suele haber "picos" de celos cuando va a nacer un hermano menor o cuando ese hermano empieza a "molestar": anda, hace gracias y monerías, dice sus primeras palabras... Alrededor de los 12-18 meses. En este caso los celos son un mecanismo de adaptación. Cuando vea y sienta que él tiene su sitio y sus momentos de protagonismo independiente de su hermano/a, todo volverá poco a poco a la calma. Otro momento "clave" es cuando el pequeño está en Educación Infantil y el mayor pasa a Primero o Tercero de Primaria. ¿Por qué? Tienen más responsabilidades, tareas, deberes... que el menor no tiene. También podríamos encontrárnoslo en el otro sentido, es decir, que el niño más pequeño observe que su hermano mayor consigue más atención porque hacen deberes con él, porque habla de cosas muy divertidas que él también quiere saber, porque es capaz de hacer cosas que él no puede... Cuando se superen los celos, irán descubriendo a un gran compañero de juegos, un cómplice y un confidente, si se gestiona bien con nuestra ayuda.

  • Debemos observar la intensidad y prolongación de las conductas derivadas de los celos. Si nos damos cuenta de que está afectando a nuestras relaciones familiares, ya sea madre-hijo, entre hermanos o en la propia pareja, quizá sea el momento de consultar con un profesional.

  • No sólo influye la edad o la situación familiar. La personalidad del niño también es determinante. Algunos estudios avalan la hipótesis de que los niños de temperamento sensible, detallista, rígidos, con poca tolerancia a los cambios, a los que les cuesta expresar con palabras sus sentimientos (en el caso de los niños mayores de 4 años) son más susceptibles de sufrir celos. En este sentido sí debemos reflexionar. No tanto sobre la realidad en sí (si no le estamos atendiendo o al menos no como necesita), sino sobre la interpretación que él/ella está haciendo, teniendo en cuenta su carácter y sus vivencias anteriores.

  • El ambiente. El exceso o defecto de cariño pueden provocar problemas conductuales y emocionales. Un ambiente afectivo excesivo o mal entendido implicaría: tolerarle y consentirle todo, darle siempre lo que pide, hacerle creer que es el mejor, tratarle como si fuera el centro del universo, etc. Y lo opuesto se daría cuando hay escasa afectividad o interacción, llegando incluso al maltrato o el abandono. Según mi experiencia, la sobreprotección suele ser más habitual que la negligencia, aunque ambos son alicientes para que los celos se disparen.

  • Por último, debemos hacer una auto-reflexión sobre nuestro estilo educativo (abierto y comunicativo, o, por el contrario, autoritario, que fomenta las comparaciones y la competitividad), así como los sentimientos que nos genera como padres la conducta que está manifestando el niño. Esto es muy importante, puesto que si nos sentimos culpables, probablemente, trataremos de paliar ese sentimiento consintiendo ciertas actitudes o conductas que, en otra ocasión no haríamos. Otro sentimiento común es el cansancio y la ira, en determinados momentos. Nos "carga" tanto la situación que explotamos contestando mal, impartiendo castigos exagerados... ¡Cuidado con esto! Como decía antes, el niño no actúa como lo hace por fastidiarnos, por lo que las broncas y los castigos no harán sino incrementar ese malestar. No lo van a entender y sólo empeorará las cosas.

¿Y ahora qué hago?

- Sentido común. Mantén la calma y la firmeza en las normas/hábitos que consideras fundamentales (aseo, comida, orden, tareas escolares, pequeñas responsabilidades...). Sin enfados. No otorgues privilegios o más atención al niño celoso porque eso lo reforzaría.

- Constancia. Sé comprensivo y paciente. No abandones las rutinas, y sigue premiando o castigando de manera coherente y siempre de la misma manera. No vale "ahora sí porque estoy cansada, pero luego te grito y te castigo porque eso no lo puedo consentir". Procura encontrar espacios y tiempos para valorar a cada hijo por separado y sin comparaciones, evitando mensajes del tipo "Mira a tu hermano/a, qué bueno es, no como tú."  o "Tú eres mayor/pequeño, no como él, por eso no puedes hacer tal o cual cosa". Eso no hace salvo avivar el fuego.

- Sensibilidad. Por mucho que tú trates de ser ecuánime, siempre hay gestos, actos y palabras que uno de los dos (o los tres) puede interpretar de forma negativa. Obsérvalo. Cuando esté tranquilo, si es más mayor, habla con él. Esto no es tarea de un rato, ni de un día, ni de dos. Es un trabajo a largo plazo que requiere de tiempo y empatía.
Muchas veces, enfadados te dirán "es que él siempre puede hacer (...) y yo nunca". En ese momento hay que dejar un espacio en el que se sientan libres para expresarse. Todos nos enfadamos o estamos tristes alguna vez. Está bien. Después, cuando se le pase, le haremos recordar todo lo que es capaz de hacer, los privilegios que tiene por su edad o por comportarse bien...

- No te dejes chantajear. Si ya ha visto cómo salirse con la suya tirando de conductas negativas, lo volverá a hacer una y otra vez. Cuando digas "no", ya no hay vuelta atrás. No te dejes llevar por la culpabilidad y acabes cediendo, porque resulta muy desconcertante para el niño y le provoca más ansiedad.

- Tiempo de exclusividad. Encuentra tiempo para estar a solas. Ya sea para hablar, para jugar, para dar un paseo, para ir a algún sitio los dos solos, para que te ayude a hacer algo... Hacer cosas juntos hará que se sienta especial.

- Sólo hablar no basta. Puedes repetirle 100 veces "pero si yo te quiero igual" y que su sentimiento perdure. Tiene que sentir tu cariño a través del refuerzo positivo: ya sea un premio, valorarle cuando esté haciendo algo que nos gusta, hacer alguna actividad juntos...

- Apóyate en tu pareja o tu red familiar. Cuando sientas que no puedes más, para renovar energías o bien para poder pasar un ratito a solas con él/ella.
También es de vital importancia que estéis coordinados entre vosotros y que sigáis la misma línea en lo que normas, premios y afectividad se refiere. Si no, lo que conseguiréis es que lo que hace uno por un lado, lo deshace el otro por detrás. Una vez más, esto desubica al niño: le genera inseguridad, miedos, frustración, sentimientos encontrados hacia vosotros...


Ahora me diréis "la teoría es muy bonita, lo difícil es ponerlo en práctica". Y sí, es cierto. Es difícil.

Pero todo se resume en: sentido común, paciencia y cariño.

No te desanimes. Piensa que cada día tienes la oportunidad de hacerlo un poquito mejor. Quizá ayer "metiste la pata", pero hoy es un día fantástico para demostrarle cuánto le quieres. Lo que cuenta y lo que pesa es aquello que se repite día tras día.

Perdónate tus errores y lucha por lo que quieres.

¿Un abrazo?


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Autoridad positiva

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