Confidencias que me quitan el sueño

¿Quién ha tenido un día "regulero"? ¿Nadie?

YO SÍ.

Cada día me levanto con el propósito de hacerlo lo mejor posible.

Tengo que confesaros que creo que me están creciendo ojos y orejas alrededor de toda la cara. Unos para cada niño/a.

Solemos pensar que "los que hacen más ruido" son los que más nos preocupan. Pero en mi caso, no es así. Estoy pendiente de todos/as y cada uno/a de ellos.

Voy haciendo un scanner y tomando notas mentales sobre lo que voy viendo cada día:

• Habla. No habla. Cómo habla: bajito, a gritos, con respeto, con timidez.
• Pronuncia correctamente. Parece que hay fonemas que se le escapan.
• Lee. No lee. Pasa de leer.
• Se relaciona bien. No tiene estrategias. Le dan igual los demás o está demasiado pendiente de ellos.
• La lía en cuanto me descuido. La lía por lo bajito. La lía para provocarme y llamar la atención. No la lía nunca.
• Es autónomo. Es dependiente. Busca cariño. No lo busca.
• Me mira a los ojos. No me mira. 
• Sonríe. No sonríe. ¿Por qué no sonríe? ¿Sonríe sólo a los niños?
• Se siente a gusto. Lo veo tenso. Está disfrutando. Lo veo perdido. ¿Cómo lo puedo ayudar?
• Se aburre. Disfruta lo que hace. Me lo dice. No me lo dice. Lo veo en su cara. Me falta al respeto.
• Se esfuerza. No se esfuerza. ¿Por qué no se esfuerza?
• Trabaja. No trabaja. ¿Por qué no trabaja? 
• Es rápido. Es lento. ¿Por qué tarda tanto en algo tan sencillo? ¿Será que no lo ha entendido, que no le interesa, que me necesita?
• Es inmaduro. Es responsable. 
• Estamos creando vínculo: me dice que ha soñado conmigo. Me cuenta cosas de su familia. Me coge la manita. Me hace un piropo. Pasa de mí. Es agresivo conmigo. ¿No tiene estrategias adecuadas para relacionarse conmigo?

Y así, un sinfín de preguntas que me hago a mí misma y me voy contestando. Algunas veces no me las sé contestar. Pienso que necesito vuestra ayuda. Con el tiempo, voy entendiendo muchas cosas.

A tal nivel llega mi preocupación, que muchas noches no puedo dormir. O me despierto de madrugada dando vueltas a la cabeza sobre cómo podría ayudar a tal o cuál niño/a. 

Otras veces me despierto pensando cómo los puedo sorprender. Cómo nos podemos reír juntos. Cómo puedo hacer para que se motiven con la lectoescritura, etc., etc., etc.

Y al día siguiente vuelta a empezar.

Algunos días intento centrarme en un niño/a o en un par de ellos que sé que me necesitan más. Voy con ese firme convencimiento y me pongo a ello.

De momento todo va bien. ¡Ha sido una gran idea! Las cosas van como yo las había planteado. Y de repente... 

¡Horror!

Uno que se levanta y se pasea. Otro que le pega a no sé quién no sé por qué motivo. Otro que lleva toda la mañana hablando y no ha hecho nada. Su compañero/a que tal baila. Otros que son rapidísimos y demandan más actividad. Otro que no ha entendido lo que hay que hacer y me pide ayuda. Otro que no pide ayuda nunca y que aunque le pido que se fije bien, acaba viniendo como 4 veces por el mismo tema.

Y así, suma y sigue. 

Lo que había comenzado como una mañana estupenda, se va a la "porra" y, para colmo, está llegando la hora del recreo y tenemos que empezar con el ritual:

• Ve al baño. 
• Coge tu merienda pero espera al patio para comértela. 
• Recoge tu mesa. 
• Recoge tu silla. 
• Ponte a la fila. 
• Fulanito que te he pedido por favor que recojas. 
• Menganito, acaba eso que nos tenemos que ir. 

Bla bla bla

¡RINGGGGG!

Conclusión: Me parece que si no me salen mil ojos más. Orejas. Una capa y una varita mágica. Superpoderes extrasensoriales para leer mentes y corazoncitos que me digan cómo se sienten y lo que necesitan... Lo único que sí puedo tener y de verdad necesito, es más tiempo.

Todos necesitamos más tiempo para aprender a acoplarnos, querernos y cuidarnos. 

Tiempo y paciencia. Mañana será un día mejor. Buenas noches...