El final de un año y el comienzo de otro, siempre es una buena "excusa" para hacer una reflexión personal acerca de cómo nos ha ido, cuáles son nuestras metas, nuestras señas de identidad, etc.
Como dije antes de las vacaciones y muchos saben, para mí este primer trimestre que terminó en Diciembre, fue realmente intenso.
Hay veces que, la vida, muy sabia, nos "sube el volumen". Nos manda personas y situaciones que son todo un reto, para que tomemos conciencia de nosotros mismos: de cómo somos y cómo nos sentimos, lo que queremos, lo que estamos dispuestos a aceptar y lo que no.
Es lógico que, en el desarrollo de las circunstancias, nuestro cuerpo y nuestras emociones, que siempre van unidas, nos vayan hablando y guiando, acerca de qué camino debemos escoger y cuáles son las prioridades que debemos tener en cada momento.
Una vez me dijeron que el cuerpo, la vida, es movimiento.
Este movimiento puede ser físico, pero también mental, emocional, espiritual...
La forma de avanzar, de tener energía, de sentirnos vivos y felices, es precisamente esa. "Moviéndonos". Teniendo proyectos personales y profesionales que nos hagan estar en constante evolución.
En este sentido, voy a compartir algunos aprendizajes que son:
1. Yo no puedo controlar las circunstancias que me rodean.
Lo único que puedo aprender a conocer, respetar y cambiar, soy yo misma.
2. El trabajo es una parte importante de la vida, que debe realizarnos a todos los niveles.
Debo hacer aquello que amo y que soy. Aprendiendo a encontrar mi camino y mi forma de hacer las cosas, que será sólo mía. En este sentido, puedo cometer errores, de los que siempre sacaré un aprendizaje, que es lo más valioso que tengo, porque es sólo mío.
3. Las personas, sean compañeros de profesión, familia propia, mis alumnos y sus familias, no son buenas ni malas. Simplemente son.
¿Qué quiere decir esto?
Son como son y hacen lo que hacen, resultado de sus vidas, sus valores, sus experiencias, etc.
Si algo me hace daño, es porque yo lo permito. Si alguien tiene poder sobre mí, es el que yo le doy.
Y como eso, sí lo puedo cambiar, tendré que ver qué interpretación de los actos y las palabras de los demás, me conviene. No haciéndome cargo ni de su forma de ser, ni de sus reacciones, ni de sus problemas. Esto no quiere decir que yo no vaya a ayudar o escuchar a la gente que me rodea. Lo que quiere decir es que observaré, escucharé, respetaré y aceptaré cómo son. Al mismo tiempo que observo, escucho, respeto y acepto cómo soy yo.
Siendo honesta conmigo misma, habrá personas de las que tendré que protegerme y tomar distancia, y personas cuya compañía y consejo, sean más positivas para mí. Estas últimas, son lo que yo llamo "guardianes de sueños". Pequeños ángeles que me manda la vida para impulsarme y ser más feliz.
En este punto, quiero agradecer especialmente a Cristina, la mamá de Bili, todo lo que ha hecho y hace siempre por mí. Escuchando siempre mis opiniones y mis sugerencias, dándome siempre su punto de vista de una manera tan dulce y amable, regalándome su alegría y su cariño, compartiendo conmigo su aprendizaje como mujer y como madre. Eres, simplemente, maravillosa.
Aprovecho también para felicitarte públicamente, porque por fin tienes a tu pequeña en tus brazos.
¡Estoy segura de que esta niña va a traer mucha luz a nuestras vidas!
También quiero dar las gracias a mi grandísima compañera y confidente, Carmen Cardeñosa. Hablar contigo es siempre un regalo, que siempre me reconforta y me ayuda a coger seguridad en mí misma.
4. Hay mucha vida fuera del trabajo.
Durante mucho tiempo, he seguido una estrategia de vida donde el trabajo era lo primero y casi lo único.
Me he refugiado muchas veces en mis proyectos laborales, en mis sueños de maestra, en mis materiales didácticos: mis cuentos, mis canciones, mis manualidades, mis reflexiones acerca de los niños, sus necesidades y posibilidades, etc., olvidándome de mí misma y mis propios proyectos, sueños, necesidades y posibilidades como persona, fuera del cole.
En este 2015, gracias al cielo, llegaron personas a mi vida que me abrieron la mente y el espíritu. Me descubrieron una "yo" que hasta entonces tenía "dormida".
Eso me ha traído muchísima abundancia, energía y felicidad.
Pero también, como es lógico, me ha traído miedos y dudas, acerca de lo que yo soy: lo que me gusta, lo que se me da bien, mis valores y decisiones vitales en el día a día, ideas de futuro y de familia.
En este sentido, estoy aprendiendo a desconectar y disfrutar de mi espacio y mi tiempo personal.
5. Permítete ser feliz como tú lo decidas.
A veces no sabemos lo que queremos. Pero sí, dada la experiencia, podemos asegurar lo que no queremos y no estamos dispuestos a permitir.
Yo soy una maestra y una mujer eminentemente emocional, pero también muy reflexiva.
Mi forma de trabajar, de enseñar, de aprender enseñando, de relacionarme con mi pareja, mi familia, mis amigos, mis compañeros, mis alumnos y sus familias, es sólo mía.
Yo no soy ni mi madre, ni mi hermana, ni mis amigas, ni mis compañeros.
Descubrir la belleza que hay en eso, me hace sentir bien.
Sí es cierto, que hay perfiles más similares. Almas que se reconocen, como a mí me gusta decir, que se encuentran y se sienten cómodas juntas. Sin embargo, nunca habrá dos personas iguales.
Nadie tiene el derecho de juzgar si lo hago bien o mal.
Sólo yo tengo el derecho de decidir hasta dónde llego. Hasta dónde comparto. Hasta dónde cuento. Hasta qué hora trabajo y qué implica eso.
Desde que empecé a estudiar, ya siendo adulta, y a trabajar en esta profesión tan bonita, cuando vivía con mis padres, y cuando por fin me independicé, hace más de dos años, siempre escuché decir a mi madre:
- Carol, ¿qué te queda?
Y mi respuesta siempre ha sido:
- Lo que yo quiera.
Siempre puedo hacer más y también podría hacer menos.
Siempre puedo implicarme más o desvincularme un poco del centro, del grupo, etc.
Siempre puedo hacer un material o una actividad con una calidad alta, o algo mediocre.
En lo personal, si yo decido cuidar mi alimentación y mis hábitos; si yo decido hacer deporte o no; si yo decido salir por ahí o quedarme en casa; si yo decido que me gusta una ropa o una música en particular, es sólo mi responsabilidad.
Ni los demás pueden decidir por mí, ni les tiene por qué parecer bien mi forma de ser ni de cuidarme.
En mi vida personal, haré lo que me apetezca y lo que me guste a mí.
Siempre que sea coherente conmigo misma y respetuosa con los demás, bien está.
¿Y si eso encaja con otras personas? Bienvenido sea.
Pero si no es así, yo no dejaré de hacer lo que yo considere, en favor de la opinión o preferencias de los demás.
Es importante buscar los momentos y los espacios para hacer lo que a uno le dé la real gana, porque como nadie te conoce como tú mismo, nadie te puede dar lo que necesitas mejor que tú.
Así que, mi consejo es: Ve tan lejos como tu mente, tu cuerpo y tus posibilidades te lo permitan.
Y si luego no te gusta el viaje, al menos ya tienes algo nuevo que contar y de lo que seguir aprendiendo.
6. Tiene que haber invierno para que llegue la primavera.
Quien diga que es "super feliz", tiene todo lo que quiere, hace en cada momento lo que le apetece y se lo pasa "chupi-piruli" el 100% del tiempo, MIENTE.
En el trabajo y en la vida personal, hay momentos que ni gustan ni apetecen.
Hay momentos aburridos, momentos estresantes, momentos de enfado, momentos de tristeza...
Y todos ellos son igual de reales y necesarios.
Negar lo que sientes, y que no siempre la vida es color de rosa, es de las cosas más dañinas que hay.
Vivir y aceptar las cosas como vienen, no quiere decir que te gusten.
De igual forma, que pases por una "mala racha" no quiere decir que tu vida sea un asco.
Y si la vida, el destino, Dios, o quien sea, te manda algunas cosas que te hacen daño, tienes que mantener la fe y saber, que ya volverá a salir el sol.
Porque así es.
La Tierra gira alrededor del sol y sobre sí misma.
Los días tienen 24 horas.
La luz y el calor del día, no es siempre igual.
Como se dice popularmente, "después de la tormenta siempre llega la calma" y "no hay mal que 100 años dure".
Yo, siempre que he conseguido superar la tristeza, he encontrado una fortaleza y una alegría aún mayor que antes.
7. Procrastinar es un hábito tóxico y adictivo.
Alguno de vosotros, al leer esto, diréis, ¿qué has dicho?
Procrastinar significa aplazar las cosas que tenemos que hacer. Es decir, dejar para más tarde, porque no nos apetece, porque no nos gusta, porque nos da pereza, nuestras obligaciones o responsabilidades.
¿A que a todos nos pasa que, a veces, no nos apetece cocinar, o fregar, o preparar un examen, o sacar la basura, o ir al gimnasio en un momento dado?
Siendo coherente, si un día no te apetece hacer algo que no es urgente, está bien.
Pero pereza llama a pereza.
Y si empiezas a postergar tus tareas, cada vez te cuesta más enfrentarte.
Pero, como siempre hay un lado positivo, hay algunos truquitos que te pueden servir:
- Cumple con tus tareas sin pensarlo demasiado. A veces, el estar pensando "jo, no me apetece nada hacer esto, me va a llevar un montón de tiempo, no voy a ser capaz..." te lleva mucho más tiempo en realidad, que simplemente hacerlo y ya.
- Date un premio cuando hayas terminado de hacer aquello que no te apetecía nada.
- Haz un esfuerzo que tenga una medida que sea asumible. Es decir, si llevas meses sin hacer deporte, no vayas ahora, de repente, a pegarte un palizón que te suponga estar una semana con dolor hasta las pestañas.
- De menos a más. Haz primero tareas sencillas o cortas, para más adelante, encontrar la fuerza necesaria para asumir retos mayores.
8. Yo soy mi mejor amiga.
¿Qué hacen los amigos? Compartir buenos momentos, hacerte reír. Hacerte sentir bien, en definitiva.
En octubre fueron las conferencias anuales del British Council.
Hubo uno de los talleres que me encantó. Hablaba sobre actividades cortas que nos hacen la vida más fácil a los maestros, porque no implican preparar nada de forma tediosa.
¿Algún ejemplo?
Para repasar, al final de cada sesión, dedica 5 minutos a que cada niño, antes de salir del aula, te diga una palabra que resuma algún concepto visto en esa sesión.
Es una actividad muy sencilla, pero muy efectiva y práctica. No supone preparar ningún material ni lleva apenas tiempo, pero te ofrece muchísima información sobre lo que los niños están aprendiendo y tu propia práctica docente (lo que estás haciendo bien y lo que deberías cambiar).
También nos hablaron sobre cómo premiar, no sólo a los niños, sino a ti misma como maestra.
¿Te gusta la música?
Regálate a ti misma una canción al inicio y/o final de la sesión. Gracias a Dios, tenemos tecnología: móviles, ordenadores y nuestra propia voz.
No estamos hablando de una canción para enseñar ningún concepto a los niños (que también podría ser), sino de una canción que a ti te guste, que te dé energía, que te saque una sonrisa y te haga afrontar la clase de forma relajada y positiva.
¿Y fuera del cole?
Si te gusta pasear, no esperes a que nadie te lo proponga. Vete sola o llama tú a alguien por si te quisiera acompañar.
Si te gusta y te apetece un dulce, cómpralo o prepáralo.
Si sientes que necesitas un mimo, dátelo tú mismo.
Muchas veces son cosas totalmente superficiales, pero que vienen bien.
Estas son algunas de las cosas que yo hago para "mimarme":
- Darme una ducha relajante.
- Prepararme una cena o una merienda rica, sana y bien presentada.
- Arreglarme las uñas.
- Arreglarme los pies.
- Lavarme la cara.
- Hacerme una mascarilla para el pelo.
- Maquillarme.
- Comprarme algo bonito, aunque sea una chorrada que no cueste más de 2 euros.
- Pedir cita para la peluquería, un masaje, etc.
- Escuchar música en casa o en el coche que me guste.
- Cantar y/o bailar.
- Darme crema.
- Tumbarme en el sofá cuando está dando el sol.
- Prepararme un té.
- Quedarme durmiendo un ratito más de lo habitual los fines de semana o durante las vacaciones.
- Leer de algún tema que me interese.
- Ver vídeos o fotos de animales o naturaleza.
- Decirle a alguien cuánto le quiero.
- Dar las gracias a alguien por algo que me ha gustado.
- Escribir o llamar a alguien que hace tiempo que no veo, pero que es especial para mí.
- Pasar tiempo con mis sobrinos.
- Hacer fotografías.
- Escribir.
- Pedir consejo a alguien que considero sabio.
- Darle un abrazo o un beso a quien me apetece.
- Reírme viendo vídeos tontos.
- Preparar la comida con mucho amor hacia mí misma y hacia las personas que me van a acompañar.
- Tomar algo dulce.
- Tomar fruta.
- Beberme un vaso de zumo.
- Tomar agua con limón.
- Echarme la siesta.
- Ver una película o una serie que me guste.
- Pasar tiempo con mi chico.
- Jugar y bailar con los niños en clase.
- Salir pronto del cole, independientemente de si tengo un curso o una cita médica esa tarde.
- Planificar lo que voy a comer esa semana de forma saludable, pero incluyendo comidas que me gusten.
- Irme a andar.
- Acariciar a un perro.
- Sonreír pensando en las personas que me hacen bien, en cuánto me gustan los cachorritos, en la ilusión que me hace tener un bebé, en lo bien que he hecho en decirle a alguien algo importante.
- Hacer reír a alguien.
- Ser amable, generosa y detallista cuando me nace con quien me apetece o me cae simpático.
- Taparme con una manta.
- Hablar con mis padres.
- Sincerarme con alguien.
9. El estado de ánimo se puede cambiar.
¿Cómo?
Haciendo cualquiera de las cosas de la lista anterior.
Pensando en las cosas que sí van bien y te hacen sentir afortunada.
Moviéndote.
Todo esto es un resumen de las cosas que he aprendido este año y me hacen sentir bien.
¡Feliz día y feliz año!
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